Hay un dicho que dice que el verdadero éxito no se trata de cuánto acumulamos, sino de cuánto soltamos. La vida es un equilibrio entre lo que podemos controlar y lo que no podemos controlar. Cuando nos rendimos, estamos dejando ir lo que no podemos controlar.
Crecí creyendo que si organizaba y controlaba todo en mi mundo exterior, como encontrar la carrera perfecta, la pareja perfecta, la casa perfecta y el “look” perfecto, eso arreglaría mi mundo interior. Estaba atrapado viviendo de afuera hacia adentro, nunca sintiéndome completamente realizado. Con nuestra sociedad del “necesita más”, y con las redes sociales y el marketing, estamos convencidos de que si todo es como queremos que sea, encontraremos la felicidad.
Cuando nos resistimos a la realidad queriendo que la vida sea diferente de lo que es, sufrimos creando ansiedad, estrés y depresión. Me encanta esta cita: “El ego dice: Una vez que todo esté en su lugar, encontraré la paz. El Espíritu dice: Encuentra la paz y todo se pondrá en su lugar”. Rendirse es renunciar a lo que pensamos que debería estar pasando por lo que realmente está pasando.
La verdad es que solo cuando renunciamos a la ilusión de control, estaremos en paz por dentro y encontraremos la aceptación de la vida que estamos viviendo. Aceptar el regalo de la rendición es dejar ir el resultado. Cuando nos relajamos, nos enfocamos en el momento presente y confiamos en el flujo de la vida, dejamos ir la lucha. Es como meterse en un río de bienestar. Solo cuando nos rindamos de verdad y sigamos rindiéndonos, flotaremos. Como enseñan los yoga sutras, podemos aprender a ser los maestros de nuestra mente. Cuando aceptamos la incertidumbre, podemos disfrutar de la belleza del devenir. Cuando nos entregamos y dejamos que “eso” sea, pasamos de la confusión a la paz interior. Ese es el regalo de la entrega.
Por Julie Bertagna ; Todos los derechos reservados @2019