La gratitud no es solo algo que el mundo te dice que sientas después de tallar las calabazas. Es una obligación contigo mismo, una obligación de responder a la vida que te rodea. Es una respuesta al cambio, una reverencia a la belleza que te rodea.
Hay dos pasos para la gratitud: ver y reconocer. Mucha gente anda por este mundo viendo y mirando y escaneando. Ellos ven y ven, pero nunca responden. Ven tristeza o miedo o las rosas floreciendo junto a su puerta y piensan que sí, así es el mundo y siguen adelante. Cuando tus días pasan rápido y te quedas atascado en tus movimientos automáticos, es fácil dejar de reconocer. Ves algo mal o ves algo bien y sigues moviéndote.
Aquí está la cosa, sin embargo. La tristeza o el miedo o las rosas florecientes junto a tu puerta deben reconocerse. ¿Por qué? Porque sin reconocer lo bueno, ¿cómo reconoceremos lo malo? La gratitud es tan esencial como el descuido. Por tu reconocimiento, te conviertes en parte de este mundo. Tú decides que tienes algo que decir. Te afirmas a ti mismo como alguien que está reconociendo, y al hacerlo, te estás diciendo que sí a ti mismo.
Agradeciendo, reivindicándome, he aprendido cómo quiero que me amen, cómo no quiero que me amen, qué es lo que más me gusta del invierno, por qué me gusta tanto el té (el calorcito, el olor, todo es tan acogedor), cuándo me gusta ir a dormir, dónde me gusta practicar yoga, cómo leer en un tren en movimiento (se trata de concentrarse), por qué me encanta dar volteretas (sentirme libre y pleno). He aprendido por lo que no me siento agradecido y, a su vez, he aprendido por lo que sí me siento agradecido. Todo funciona en conjunto en un hermoso yin y yang.
Una de mis compañeras de trabajo escribe tres cosas por las que está agradecida en su diario todas las noches antes de irse a la cama. Al hacer esto, se queda dormida agradecida en lugar de frustrada. Me encanta hacer esto. Me recuerda que incluso si un día sale mal, siempre puede haber tres cosas que me gusten. Cosas que enseñarte. Cosas para desafiarte. Cosas para recordarte por qué estás aquí.
Por Fae Leslie Hoffman ; Todos los derechos reservados @2018